Control de plagas

La conservación y almacenaje de productos tanto perecederos como no perecederos cuenta con grandes ventajas, entre ellas, la posibilidad de trasladar mercancías de un país a otro, incluso a través de grandes distancias. Sin embargo, mantener empaques en un mismo sitio por mucho tiempo puede tener sus complicaciones.

Nos referimos a las plagas que suelen infestar las bodegas de almacenaje o, incluso, de los transportes marítimos o terrestres. Todos estos espacios son propensos a invasiones de diversos insectos o roedores, debido a la poca concurrencia que tienen, además de que, en muchos casos, los productos alimenticios son atractivos para estas especies.

Por este motivo, la prevención y el control de plagas es un tema de suma importancia en el sector comercial, de transportistas y del embalaje. De manera que aquí mencionaremos algunos consejos para cuidar tus bodegas.

El control de plagas puede dividirse en diferentes etapas y tipos de procesos de control. La principal es la etapa de prevención. Por supuesto, todos preferimos evitar tener plagas en nuestro trabajo y hogar, por ello los cuidados de mantenimiento y limpieza son elementales. La etapa de prevención implica, principalmente, medidas higiénicas: mantener todos los espacios limpios y ventilados ayudará a evitar que se introduzcan y propaguen insectos. Aunque no haya mucho movimiento en nuestros centros de almacenamiento, es importante limpiarlos con frecuencia.

La segunda etapa busca evitar que las plagas se propaguen. En este punto, se procura tapar cualquier grieta o espacio por el cual puedan esparcirse los insectos o animales, retenerlos y eliminarlos. Esta medida también debe aplicarse en la etapa anterior, pues evitará que los animales entren, en primer lugar, a nuestras bodegas. Actualmente existen métodos que evitan la reproducción de insectos de manera más natural, mediante el uso de feromonas. Estos procedimientos entorpecen a los machos en su proceso reproductivo; la difusión de un exceso de feromonas confunde a los insectos y evita que encuentren a las hembras, de manera que no hay reproducción ni, por lo tanto, propagación de plagas.

Finalmente, la tercera etapa busca exterminar la plaga una vez que esta ha infestado un espacio. Las medidas activas a las que se recurre en esta etapa pueden subdividirse en tres tipos: físicas, químicas y ecológicas. Las primeras consisten en manipular las condiciones del espacio (como la temperatura) llevándolas a extremos que insectos y animales no puedan soportar. Las segundas, las más agresivas, implican la fumigación, es decir, esparcir venenos o sustancias químicas que eliminen la plaga. El inconveniente de estos métodos es que también pueden ser dañinas para los productos que conservamos, sobre todo cuando se trata de alimentos, así como para las personas que trabajan en ese entorno. Finalmente, las ecológicas que funcionan de manera más natural; estas recurren a otros animales (depredadores) o a enfermedades que acaben únicamente con la plaga que ha infestado el lugar.

Definitivamente nadie quiere tener que recurrir a medidas como estas, sin embargo, enfrentarse a problemas de plagas es una realidad común en el ámbito del almacenamiento. Por eso es relevante no ignorar esta probabilidad y seguir las medidas de prevención, limitación y exterminio de plagas.