Etiquetas ecológicas, consumo consciente
El 22 de abril de 1970 se celebró por primera vez el Día de la Tierra, una iniciativa que buscaba concientizar a la sociedad respecto al cuidado del medio ambiente. Debido a esta nueva mirada sobre el manejo de la naturaleza, se comenzaron a implementar etiquetas que mostraran el compromiso social de las empresas productoras.
Uno de los diseños más destacados por su popularidad es la flecha de reciclado, diseñada por el arquitecto estadounidense Gary Anderson. Este sello distintivo indica si un producto está hecho con materiales reciclados y, en algunos casos, el porcentaje de material reciclado que se empleó en su fabricación. Sin embargo, este no es la única etiqueta medioambiental.
“La flecha de reciclaje, diseñada por Gary Anderson, se convirtió en un símbolo mundial del compromiso ambiental.”
En décadas recientes, con el impulso de las certificaciones nacionales e internacionales, se han promovido una serie de reconocimientos a empresas y fabricantes que están comprometidos con la sostenibilidad, tanto en su producción como en su cadena de suministros. Al respecto, la norma internacional ISO, en sus variantes 14021, 14024 y 14025, establece dos tipos diferentes de etiquetas ecológicas.
Tipo I
Emitida por un organismo internacional (externo a la empresa) que avala todo el ciclo de vida y producción de un objeto.
Tipo II
Son declaraciones internas de la empresa que dan información al consumidor sobre la sostenibilidad de alguna etapa del ciclo de producción. En este tipo de etiquetas podremos ver el símbolo de reciclaje, o la cantidad de CO2 que se emitió en la fabricación.
La información de una etiqueta ecológica no se restringe al proceso de fabricación de un producto, sino que también ofrece datos sobre el funcionamiento del mismo. Tal es el caso de las etiquetas energéticas, en las cuales se debe mostrar el consumo de energía del producto. Para ello, cada región o país ha diseñado sus propias plantillas. En el caso de la Unión Europea, la etiqueta permite al consumidor comparar la calidad del producto con otros, pero también, le brinda información sobre los niveles de ruido y el consumo de agua. En México, la etiqueta amarilla, diseñada por la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE), permite identificar la eficiencia energética de cada producto. Por último, Estados Unidos cuenta con la certificación Energy Star, que es otorgada por la Agencia de Protección Ambiental. Los productos que cuentan con este distintivo ofrecen un mayor ahorro de energía a los consumidores.
“Las etiquetas ecológicas no solo hablan del producto, sino de todo su ciclo de vida.”
Los tipos de etiquetas ecológicas o medioambientales son muy variadas, pues dependen de aspectos como el tipo de producto o servicio, el país de origen y venta, la certificación con la que cuenten, entre otros. Afortunadamente, en México se desarrolló la Guía de Etiquetas para un Consumo Sustentable, documento que recopila los distintos sellos ambientales. Entre algunos de ellos, se encuentran aquellos dirigidos a empresas productoras de papel y madera, los cuales presentamos a continuación.
Forest Stewardship Council (FSC). Otorgado por Alemania. Esta etiqueta asegura que los materiales empleados en la producción provienen de bosques que tienen un manejo sostenible y socialmente responsable (respeto a las comunidades locales, indígenas y a los derechos de los trabajadores).

Mariposa Monarca. Otorgado por México. Este distintivo garantiza que el papel fue fabricado con fibra reciclada, y asegura el cumplimiento de la Norma Mexicana para la industria de la celulosa y del papel. Esta etiqueta corresponde al ámbito del papel periódico, papel para bolsas y envolturas, papel para sacos, cartoncillo, cajas corrugadas y cajas de fibra sólida.
Certified Biobased Product. Otorgado por Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Cuentan con esta etiqueta productos que buscan sustituir a aquellos derivados del petróleo; estos son hechos con derivados de plantas y otros productos renovables (Biobased). Está dirigido, principalmente a la industria del papel, papel para envoltura, cuadernos, pintura y otros materiales para la construcción.
En conclusión, las etiquetas medioambientales son un instrumento para el consumidor, pues le permiten tomar decisiones mejor informadas, pero también, son un aliciente para los productores, pues representan un valor agregado en sus productos.
Las etiquetas medioambientales son más que un símbolo; son el reflejo de un compromiso real con el planeta. Aprender a leerlas y valorarlas es un paso esencial hacia un consumo más informado y responsable.
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